La Responsabilidad Integral
Mucho se ha venido discutiendo sobre la responsabilidad social empresarial o corporativa, la sostenibilidad, el valor compartido, etc. La mayoría de las polémicas y controversias ha girado en torno a los aspectos transaccionales de la responsabilidad social, es decir, al dilema de si debemos o no “ir más allá de la ley” en términos de contribución económica al desarrollo sostenible de las comunidades que nos rodean.
Por: Mauricio Ibáñez Granados
Biólogo P. Universidad Javeriana – Experto en Sostenibilidad
Diálogos de alto nivel como los que han llevado a los Objetivos del Milenio, y más recientemente los Objetivos de Desarrollo Sostenible han permitido ir, lentamente, evolucionando del concepto de “regalar el pescado” a “enseñar a pescar”.
Muchos programas de cooperación internacional, los cuales representan una de las maneras más eficaces de incorporar a las comunidades de base en las agendas del desarrollo con las contribuciones de las corporaciones, están ahora apostando a la formación de las personas y la construcción de capital humano y social: gente que genere y administre sus propias capacidades para crear iniciativas de desarrollo productivo, y que sea capaz de confiar en su capacidad de levantarse ante eventuales frustraciones para seguir adelante.
Pero éste no es un tema de términos, ni de modas ni de escuelas de pensamiento. Al final del proceso lo que impera es el sentido común, lo fundamental.
El principal capital humano que tenemos la responsabilidad de formar somos nosotros mismos y nuestras familias, y el objetivo final es que la integridad sea nuestro legado y testimonio para las generaciones que vienen.
La responsabilidad se convierte, desde esta óptica, en un concepto mucho más sencillo de entender y difícil de aplicar. Su definición, extremadamente sencilla, es “la capacidad para responder”. Responder por lo que uno es y hace como individuo dentro de su entorno social y natural.
¿Cómo se evalúa un individuo para determinar si es íntegro y está en capacidad de responder ante la sociedad por lo que es y lo que hace? – es un procedimiento fácil y aterrador: consiste en mirarse al espejo, desnudo, solo y en silencio. En ese momento no hay imágenes que proyectar, no hay títulos, experiencia, riquezas ni nada que lo distraiga.
Un momento de silencio mirándose al espejo muestra lo que cada persona es en realidad, y permite establecer – o actualizar – la línea base desde donde debe diseñar las estrategias para su crecimiento y desarrollo individual: lo que hay que corregir, lo que hay que aceptar y lo que se debe emprender.
La responsabilidad integral, entonces, se convierte en el propósito personal que es común a todos los individuos: lo que soy y lo que hago debe cumplir una función integrada, es decir, aplicable en la familia, la sociedad, el medio ambiente y en el individuo mismo: su salud, su bienestar y su felicidad.
Cuando se logra asumir la responsabilidad que le corresponde como individuo, se cuenta con los elementos necesarios para asumir un rol creativo y constructivo dentro de la sociedad. Todo lo demás es, simplemente, imagen.
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