Mejor calidad de vida con Ecoterapia

Reloj sin tiempo

Por Héctor Romero Muñoz infooacys@gmail.com

No es retórica ni sentimentalismo pugnar por conservar la biodiversidad del planeta en pro de la salud de todos los seres vivos que lo habitamos.

Salimos los fines de semana a trotar, hacer ejercicio, a caminar, preferiblemente a un parque, en una zona verde o una vía donde encontremos árboles y vegetación. En los fines de semana con día feriado o en vacaciones nos lanzamos no con pocas dificultades por las carreteras que nos llevan a lugares menos poblados, con mucho verde, bosques, lagunas, ríos, montañas, playas, mucha agua. El cuerpo lo exige y nuestra mente lo reclama.

Salir del cemento con sus calles congestionadas, aire enrarecido, mucho ruido y gente caminando rápido, algunas desesperadas por llegar a tiempo pero siempre con el tiempo agotado.

Cambiar de paisaje, respirar de otra forma, recrear la vista, nos tranquiliza, nos reconforta, nos pone a experimentar otra dinámica, se produce  un cambio de velocidad en el ritmo de nuestra vida cotidiana.

Notamos el cambio como cuando morimos de sed y bebemos un poco de agua en un acto por sobrevivir, sin razonar acerca del efecto sanador que ejerce la naturaleza sobre nosotros.

Hay una similitud y una conexión estrecha entre la biodiversidad de la naturaleza y en general del planeta, y la microbioma del organismo humano.

Así que no es retórica ni sentimentalismo pugnar por conservar la biodiversidad del planeta en pro de la salud de todos los seres vivos que lo habitamos.

Muchos problemas de salud pública son causados por malos hábitos, producto de jornadas laborales extensivas, de estrés rutinario y los ambientes insalubres de las ciudades.

Por esta razón, profesionales en medicina de países como Inglaterra, Escocia, Japón, Estados Unidos entre otros, están recomendando entornos naturales a sus pacientes como parte de las terapias de recuperación en diferentes enfermedades.

En Japón esta práctica se conoce como shinrin-yoku, “baño de bosque” y su propósito es hacer que el bosque entre a nuestro organismo, limpiándolo y curándolo. (ref. shinrin-yoku El arte Japonés de los baños de bosque)

Diversos estudios realizados en ese pais  han demostrado que la hormona cortisol, causante del estrés, desciende un 12,4% en quienes se dan baños de bosque más seguido, y que la posibilidad de sufrir un infarto se reduce más del 5%. Incluso ayuda a tener una mejor digestión, gracias al contacto con bacterias y aceites esenciales presentes en los bosques.

Un estudio de VU University (Países Bajos) comprobó que las personas que tienen más contacto con la naturaleza, son más proclives a tomar decisiones pensando a largo plazo y también a ser menos impulsivas.

Para los que no pueden acceder al campo fácilmente, deberían aprovechar las zonas verdes, los parques, para hacer ejercicio, pasear a la mascota o simplemente sentarse en una banca y observar lo que sucede alrededor.

El hecho de cuidar en casa una planta, sembrar un árbol o hacer una pequeña huerta proporciona sentimientos de gratificación con la tierra. Ver la germinación de la planta, su crecimiento y después cosecharla para consumir su fruto, nos muestra un proceso que sólo lo imaginamos antes, pero cuando lo presenciamos, cuando lo experimentamos, reconocemos las bondades de la tierra al darnos alimento cada día; valoramos también la tarea de los campesinos, sus trabajos y dificultades para llevar los productos a los mercados donde nosotros los conseguimos.

Cuando entras en un contacto cercano con la naturaleza, es divertido hacerlo y se vuelve pedagógico al compartirlo con nuestros hijos y estimularles el amor por la tierra que a su vez es el amor por la vida; ellos son quienes en últimas disfrutarán de lo que les dejemos, siempre y cuando decidamos parar el ritmo depredador que llevamos en la actualidad y que daña la naturaleza.

Mi experiencia

Como experiencia personal, quiero comentarles a los lectores de la revista Gente Líder, que cumplí  7 años de haber salido de la ciudad capital de Colombia, Bogotá, D.C., Cinco años en zona rural del municipio de Tenjo y los dos últimos en la montaña, en medio de un bosque de niebla, disfrutando de la conexión con el entorno, trabajando la tierra, aprendiendo a andar caminos y senderos sin pavimento, observando las diferentes gamas del verde que con el milagro de la luz se muestran en la medida que amanece, transcurre el día y cae la noche.

He estado despertándome con el concierto de miles de aves sin necesidad de un reloj que no uso por más de 20 años, tomando el alimento o la bebida cuando el cuerpo me avisa, en la ciudad lo hacía a horas predeterminadas. Me ayudo con un teléfono y un computador por mi trabajo, así que no uso demasiada tecnología. Al receptor de televisión lo despedí sin indemnización mucho tiempo atrás, veo algún programa cuando visito amigos o familiares en la ciudad, así que la noción del tiempo es diferente, el vivir a un ritmo sosegado me alcanza para reflexionar, seguir aprendiendo, seguir compartiendo y ayudando.

Entrego asesorías en temas de comunicación y resolución de conflictos, Trabajo con un programa de entrenamiento para el desarrollo de habilidades de Atención, Comunicación y Aprendizaje que se apoya en la naturaleza en varias de sus rutinas. Vivo bien con lo necesario y me alimento en gran parte con productos agroecológicos cosechados por mí. Creo que lo que hago es parte de una serie de formas que permitiría a muchos disfrutar del concepto del buen vivir, con otra perspectiva para visualizar y entender el mundo y a la sociedad.  Respeto a todo el que piensa diferente y vive bajo otros estilos de vida, porque yo también lo experimente, pero ahora me siento mucho mejor.


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