La muerte del Rinoceronte

Arq. Jorge Marin Riveros
Director de Diseño y Arquitectura.
Especialista en Habilidades Gerenciales.

 

Nací en medio de una generación en donde prevalecían los paseos. Nos sumergíamos en ríos caudalosos y no faltaba la subida por la rivera del río saltando de piedra en piedra, veía especies de todo tipo, inclusive se lograba muchas veces ver los nevados más representativos de Colombia.

Nací y crecí sin saber qué era calentamiento global y en mi mente no había miedos de un fin inmediato, la consigna principal era simplemente disfrutar los mejores escenarios del paisaje, ver cómo se transformaba un atardecer en el llano y cómo los coros angelicales de la naturaleza nos arrullaba con su nobleza en las noches.

Nos acostumbrábamos además a disfrutar de las temporadas de lluvias que eran regulares en los meses de noviembre. Y cómo no recordar esos diciembres soleados en donde se destacaba ese gran fondo azul infinito que traía su aroma a vacaciones.

Sudán, el último rinoceronte blanco

Ahora, en corto tiempo cambio el vocabulario mundial, ahora prevalece la escasez, los desastres naturales, las sequías y las inundaciones, siendo el término de moda el “calentamiento global”, concluyendo que es más importante el orgullo y la avaricia del hombre que la sostenibilidad y conservación de las especies; nos volvimos devoradores de nuestro propio destino y lo más absurdo es que al menos yo y muchos otros logramos disfrutar de lo que la nobleza de la tierra y de Dios nos daba. Pero ahora vemos cómo a través del silencio y la impotencia, se publica la extinción de especies como el rinoceronte blanco, que a mi modo de ver es el inicio de la expansión de la memoria humana, ya que tendremos que hacer mayor esfuerzo en recordar las especies que acabamos y que nunca volveremos a ver, solo en libros y cuentos los veremos ilustrados, si logramos recuperar el hábito a la lectura y serán entonces la única forma de mostrarlos a nuestros hijos.

Hace poco recibí un regalo, una enciclopedia de especies en donde en la gran mayoría de artículos aparece “Especie en peligro o vía de extinción”.

Considero que este episodio en medio de muchos más que el ojo humano no percibe, es el anuncio a voz en cuello, que el deterioro de la tierra ya está a la vuelta de la esquina y que en nuestras manos está que se aplace un poco más o se precipite. Ya no son solo pronósticos a futuro de la extinción de la raza humana, ya lo estamos viviendo y esto no se puede omitir. Tomemos medidas para que no perdamos la sensibilidad a las especies y a este mundo que clama a gritos nuestra ayuda.

La sostenibilidad y la conservación del paisaje nos concierne a todos, desde los materiales que he de escoger para desarrollar los muebles de un proyecto, hasta el tipo de material que elijo al comprar unos zapatos. No pretendamos que algo sobrenatural suceda, que algo misterioso venga y solucione el problema medio ambiental actual, porque nuevamente seremos sorprendidos con la despedida de otro espécimen, que lo único que hizo en su existencia fue maravillarnos con su Diseño y su función. Dejemos que la naturaleza fluya; no pretendamos dominarla porque al final veremos que no podremos vivir sin ella, dejemos que cumpla su función. La naturaleza sin nosotros puede vivir perfectamente, pero de hecho, nosotros por el contrario no podremos vivir sin ella. Y es mejor creer esto porque puede suceder que la próxima especie extinguida sea la raza humana.

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