¿Pero qué significa esto?

Por: Armando Chavarro Humanista Científico – Escritor. Experto en Tecnología de Estudio y Pedagogía Humana

Hace unos días, un padre de familia me contactó desde la ciudad de Cali-Colombia, preocupado por el rendimiento de su hijo de 19 años quien cursa el tercer semestre de ingeniería y le había llamado para decirle que ya no quería estudiar esa carrera. Este padre tenía razón de estar como estaba.

Por supuesto que, es preocupante que después de grandes esfuerzos, de desvelos, de sacrificios incluso, de más de 1.500 horas invertidas en sus primeros dos semestres, incluyendo las horas de estudio e investigación fuera de las aulas, un joven decida abandonar sus estudios y desertar del aula.

Ahora, el tema de la deserción escolar es más preocupante aún, si se toma en cuenta todo el período de escolarización desde preescolar hasta ese momento, se estaría hablando de más de 26.000 horas. Ni qué decir del esfuerzo económico que, muy seguramente y como en la mayoría de los casos, hacen los padres para brindarle una buena educación a sus hijos.

Aunque algunos profesionales de la educación, orientadores o, psicopedagogos, consideran este tipo de acciones como normales en los jóvenes, argumentando que éstos pueden o no tener vocación para el tema o la carrera que estudian y que debe permitírseles que decidan de esa manera su futuro; el asunto va mucho más allá de la simple aceptación o no de actuaciones como esta; se trata de un tema de gran importancia, como lo es la educación de los hijos.

La causa de la deserción académica proviene principalmente de lo que se califica como los malos entendidos en lectura y contextualización, que el estudiante experimenta o ha encontrado durante el desarrollo de sus materias de estudio (incapacidad de compresión y aplicación).

L. Ronald Hubbard, filántropo, humanista y educador estadounidense, expresa en uno de sus libros, abro comillas «que una persona vuele, abandone sus temas de estudio, proviene única y exclusivamente de las palabras mal entendidas” … cierro comillas.  Afortunadamente y gracias a los descubrimientos de Hubbard, existen procesos que capacitan al estudiante para encontrar el verdadero sentido de su educación y que lo habilitan para desarrollar la verdadera competencia de la comprensión plena de sus temas de estudio.

Eso queda comprobado en miles de casos en todo el mundo, y se corrobora en este caso cuando, después de unas cuantas horas de trabajo/procesamiento con este joven caleño, y de aclarar todas las palabras mal entendidas que tenía sobre su área de estudio o carrera, gustoso llamó a su padre a decirle «no te preocupes, padre, voy a continuar en ingeniería» y así lo hizo, concluyendo con éxito esta importante etapa de su vida. 

Cosas como esta se observan con mucha frecuenta dentro del contexto educativo y nuestra comunidad estudiantil. Hay personas que inician una, dos, tres carreras y finalmente culminan alguna por compromiso, por cumplir ante sus padres o, sencillamente por cerrar ese ciclo; pero, además sucede que, terminan haciendo trabajos muy diferentes a aquella profesión u oficio para el cual se capacitaron. A esto se le denomina Analfabetismo funcional.  Ese fenómeno se puede prevenir, revertir o incluso, tratar sobre la marcha.

Contacto con el autor: E-mail: consultor@armandochavarro.com

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